La mayor parte del
entrenamiento se desarrollaba en el patio de armas. Allí los soldados aprendían
a montar y desmontar con toda su armadura y las armas -si bien al principio se
practicaba con un caballo de madera-, a galopar en formación cerrada,
practicando la persecución y la retirada, a saltar fosos y setos, a vadear ríos
nadando con sus monturas, a galopar cuesta arriba y cuesta abajo, y a manejar
las armas a caballo, tanto la jabalina, la lanza y la espada.
El patio de armas solía encontrarse fuera del
acuartelamiento. El suelo era de tierra apisonada, para no lastimar a los caballos.
A un lado se alzaba un estrado desde donde los oficiales podían mirar los
entrenamientos y los desfiles.
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